Interacciones Medicamentos-Alimentos

Es habitual que en nuestro día a día que nos preguntéis si el medicamento que os acaban de prescribir es mejor tomarlo “con el estómago vacío o después de las comidas”. O Seguro que habrás oído que el “hierro es mejor tomarlo con zumo de naranja porque hace más efecto”. O conoces a alguien que está en tratamiento con Sintron y hay alimentos que tiene “prohibidos”.

Los alimentos pueden modificar las acciones de los medicamentos provocando cambios en su farmacocinética (alteración de la absorción, distribución, metabolismo o excreción del medicamento), haciendo que hagan más o menos efecto del deseado o incluso que pueda llegar a afectar de forma importante la salud del paciente.

Pero también puede suceder al revés, que sean el uso de un medicamento, casi siempre de forma crónica, el que haga que se aprovechen peor determinados nutrientes que ingerimos con los alimentos.

Hoy vamos a tratar de explicar algunas de las interacciones más importantes entre los fármacos y los alimentos.

  • Anticoagulantes y vitamina k. El consumo de vegetales de hoja verde (espinacas, brócoli, coles, esparrago verde) o el hígado o preparados con algas, té, tofu, puede tener como consecuencia una disminución del efecto anticoagulante del medicamento. Por eso es tan importante en paciente anticoagulados que lleven una dieta variada, pero sin cambios bruscos en su alimentación, para que haya unos niveles constantes de vitamina k en el organismo. Se recomienda limitar el consumo de alimentos con elevada concentración de vitamina k a una ración al día y aquellos alimentos con concentraciones moderadas a no más de 3 diarios.
  • Antiagregantes y ajo y cebolla. El consumo habitual no tiene importancia clínica, pero si es importante tener en cuenta que tanto el ajo como la cebolla tienen propiedades antiagregante plaquetaria y fibrinolítica y aquellos pacientes en tratamiento con Adiro o Clopidogrel no deben consumir suplementos a base de ajo o cebolla.
  • Antidepresivos IMAO y alimentos ricos en tiramina. Los alimentos que tienen elevadas concentraciones de tiramina (es un aminoácido) como pueden ser los quesos curados, el chocolate, embutidos, conservas, vino, cerveza, aguacate, pueden provocar una crisis hipertensiva (aparición aguda de cefalea intensa, naúseas, rigidez de nuca, palpitaciones) pudiendo llegar a derivar en un accidente cerebrovascular en aquellos pacientes en tratamiento con estos antidepresivos. El motivo es que el medicamento inhibe la enzima encargada de metabolizar el aminoácido tiramina en el tracto digestivo. Se acumula y cómo tiene propiedades vasoconstrictoras muy potentes, es capaz de desarrollar este efecto secundario.
  • Diuréticos y alimentos. La administración de diuréticos tipo furosemida junto con alimentos disminuye la absorción del fármaco, reduciendo así su actividad diurética. La recomendación es administrar la furosemida en ayunas y no modificar su pauta de administración. En ayunas significa al menos 30 minutos antes del desayunos, aunque lo recomendable es una hora.
  • Azitromicina y alimentos. En el caso de este antibiótico ocurre lo mismo que con la furosemida. La ingesta de alimentos modifica la absorción de la azitromicina en un 50%. Se recomienda también administrarlo alejado de las comidas, 1 hora antes o 2 horas después.
  • Hierro y alimentos. Alimentos como café, té, leche y lácteos, vino y cereales, pueden disminuir la absorción de hierro. El motivo es que se forman complejos que “secuestran” el hierro impidiendo su absorción. Por eso se recomienda tomarlo alejado 2 horas de cualquier alimento, incluso también de
    cualquier medicación para favorecer su absorción, que de por sí, es baja. La excepción, el consumo conjunto con alimentos ricos en vitamina C, favorece su absorción. Además, el hierro interacciona con varios medicamentos (levofloxacino, levodopa, levotiroxina, bifosfonatos…), haciendo que disminuya la absorción de éstos. Lo mejor para evitarlo, espaciar la administración 2 horas de cualquier alimento y medicamento.
  • Tetraciclinas y leche. Las tetraciclinas son un tipo de antibióticos que actualmente no se usan con tanta frecuencia. Éste tipo de antibióticos va a ver reducida su biodisponibilidad en un 70-80% cuando se administran de manera conjunta con leche y derivados lácteos. Esto quiere decir, que de la dosis que nos tomamos, prácticamente no va a llegar nada de antibiótico al sitio de acción, con lo que no vamos a conseguir eliminar la infección para la que nos estamos tratando. Por este motivo, es recomendable tomar este tipo de antibióticos alejados dos horas de la ingesta de alimentos, sobre todo, de leche y derivados.
  • Benzodiazepinas, carbamazepina, estradiol, sildenafilo, verapamilo… y zumo de pomelo.Son muchos los medicamentos que se van a ver afectados por el consumo de zumo de pomelo.El pomelo suele estar presente en muchos zumos industriales. Si le damos la vuelta al brik de zumo de naranja (y otros) que solemos comprar en el super para ver su composición, podemos encontrar el pomelo entre las frutas que se han utilizado para elaborarlo, y de paso la cantidad de azúcar que le han añadido. El zumo de pomelo (también se puede encontrar con el nombre de Toronja) es un inhibidor de la enzima CYP3A. Ésta proteína se encarga de modificar los medicamentos para que hagan efecto o para eliminarlos.Esto quiere decir que podemos encontrar medicamentos que cuando se administran de forma conjunta con zumo de pomelo van a ver disminuida su acción (cuando el medicamento está en forma de profármaco y necesitamos que se modifique por esta enzima para que ejerza su acción), o que por otro lado, un medicamento nos produzca efectos tóxicos, cuando ésta enzima sea la encargada de oxidar el medicamento para poderlo eliminar del organismo.Así que la recomendación, es que si estás tomando algún medicamento, consulta a tu farmacéutico si éste puede ver modificada su acción por la ingesta de zumo de pomelo.

El uso de determinados medicamentos también puede influir en la absorción de las vitaminas presentes en los alimentos, por lo que puede ser necesaria una suplementación con vitaminas. Vamos a ver algunos ejemplos:

  • Piridoxina (vitamina B6). Esta vitamina se encuentra mayoritariamente en el pescado azul (sardinas, salmón), en las legumbres y en las nueces. Aquellos pacientes con tratamientos como anticonceptivos orales, fenitoína o con un consumo habitual de alcohol, pueden tener un déficit de esta vitamina.
  • Folatos. El ácido fólico (vitamina B9) es necesario para prevenir los defectos en el tubo neural durante el embarazo, para el funcionamiento correcto del corazón y también está implicado en la fabricación de las proteínas y de los glóbulos rojos. Aquellos pacientes en tratamiento con metotrexato, sulfasalazina y fenobarbital, suelen tener asociado a su tratamiento la suplementación de ácido fólico, ya que estos medicamentos “compiten” con el ácido fólico haciendo que éste no se absorba.

Estos son algunos ejemplos de cómo los alimentos y los medicamentos pueden influir entre sí pudiendo llegar a fracasar el tratamiento prescrito por el médico, o que necesitemos una suplementación vitamínica cuando estemos en tratamiento con determinada medicación. El que nos hagan más o menos efecto los medicamentos que tenemos prescritos, pero hay muchos más.

Si quieres saber más o tienes alguna relacionada con tus medicamentos, tienes muy cerca de ti a tu farmacéutico de confianza, el experto en el medicamento.

Laura Mateos Grande

Farmacéutica Titular

Tomelloso

Alimentos funcionales, esos grandes desconocidos

En más de una ocasión, seguro que se ha encontrado en la tienda donde suele hacer la compra con alimentos que en su etiquetado, incluyen frases como: enriquecido con omega-3, rico en calcio o en fibra, con fitoesteroles, probioticos, prebióticos etc.

¿Qué significa ese galimatías? Se trata de lo que se conoce como ALIMENTOS FUNCIONALES, un nuevo y creciente segmento de la industria alimentaria. Se trata de alimentos que además de aportar nutrientes, han demostrado científicamente afectar beneficiosamente a alguna función del organismo, mejorando la salud. Pueden ser un alimento natural, un alimento al que se añade un componente, o un alimento al que se le ha quitado un componente mediante procesos tecnológicos o biológicos.

El concepto de alimentos funcionales nació en Japón. En los años 80, las autoridades sanitarias japonesas se dieron cuenta que para controlar el gasto sanitario, generado por la mayor esperanza de vida de la población anciana, había que garantizar también una mejor calidad de vida. Se introdujo un nuevo concepto de alimentos, que se desarrollaron específicamente para mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer enfermedades.

Entre los alimentos funcionales naturales destacan:

  • El aceite de oliva: rico ácido oleico, un ácido graso monoinsaturado (AGM), que representa entre el 56-84% del contenido de sus ácidos grasos y que también contiene ácidos grasos poliinsaturados o AGP (linoléico,
    linolénico). Los ácidos grasos monoinsaturados reducen los niveles de colesterol total en sangre disminuyendo el llamado «colesterol malo» (LDL-c) y aumentando el “colesterol bueno” (HDL-c). Los ácidos grasos poliinsaturados reducen el colesterol total y los niveles de triglicéridos en sangre, y además disminuyen el riesgo de formación de trombos o coágulos. Por lo tanto, este tipo de grasas tiene propiedades beneficiosas relacionadas con la reducción del riesgo de patologías cardiovasculares.
  • Otro ejemplo de alimento funcional natural es el yogurt, rico en probióticos. Se trata de microorganismos vivos que al ser tomados en cantidades suficientes contribuyen a equilibrar la flora intestinal, por lo que son beneficiosos en caso de diarrea, estreñimiento, o tras un tratamiento con antibióticos. Los probioticos además potencian nuestro sistema inmunológico, acción muy favorable en situaciones en las que nuestras defensas están disminuidas, sea cual sea el motivo (infecciones recurrentes, situaciones de estrés, deportistas de elite con entrenamientos fuertes e intensos, etc.).
  • El término probiotico no debe confundirse con el de prebiotico, Los prebióticos son compuestos que el organismo no puede digerir, pero que tienen un efecto fisiológico en el intestino al estimular, de manera selectiva, el crecimiento y la actividad de las bacterias beneficiosas. Los prebióticos más conocidos son fructooligosacáridos (FOS), la inulina y los galactooligosacáridos (GOS).
  • Por otra parte hay compuestos que se añaden a muchos alimentos por su efecto beneficioso sobre alguna función del organismo. Un ejemplo de este tipo de sustancias son los fitosteroles. Los fitoesteroles son sustancias parecidas al colesterol humano que se encuentran de forma natural en almendras, nueces, cacahuetes, pipas de girasol, y aceites vegetales (sobre todo, virgen de 1ª presión en frío). Al aportarlos en la dieta, se bloquea la absorción del llamado «mal colesterol» (LDL) en el intestino, por lo que se expulsa junto con las heces. En el supermercado podemos encontrar productos con fitosteroles añadidos, s
    obre todo leche, yogures y margarinas

Para terminar debemos recordar que la Dieta Mediterránea en su conjunto puede considerarse una alimentación funcional.  Los alimentos funcionales pueden ser un complemento de interés para alcanzar una dieta óptima pero la cobertura de las necesidades nutricionales debe realizarse básicamente a partir de una dieta variada, tradicional y saludable.

 

Sagrario Pérez de Agreda Galiano

Farmacéutica CIM

Colegio Oficial de Farmacéuticos de ciudad Real