Cuando oímos hablar de colesterol normalmente nos vienen a la cabeza ideas relacionadas con algo malo y tenemos que saber que no siempre es así. El colesterol es una sustancia grasa imprescindible para el buen funcionamiento de nuestras células y nuestro organismo. Sirve por ejemplo para que nuestro cuerpo pueda sintetizar algunas hormonas, como las sexuales y tiroideas, o para la formación de vitamina D, entre otras cosas.
Parte del colesterol presente en la sangre lo genera nuestro propio cuerpo y otra parte lo ingerimos con los alimentos que consumimos.
Cuando nos hacen una analítica sanguínea vamos a obtener tres cifras de colesterol diferentes:
- Colesterol HDL (lipoproteína de alta densidad) o “colesterol bueno”: transporta el colesterol desde todo nuestro organismo hasta el hígado para su eliminación. Conviene tenerlo por encima de 35 mg/dl en el hombre y 40 mg/dl en la mujer.
- Colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad) o “colesterol malo”: cuando está elevado provoca que el colesterol se deposite en las arterias, por lo que es conveniente que se encuentre por debajo de 100 mg/dl.
- Colesterol total: sería la suma de los dos anteriores. Es conveniente mantenerlo por debajo de 200 mg/dl, pero siempre viendo cómo contribuyen los dos anteriores. Porque podría pasar que tuviésemos el total por encima de 200 mg/dl y que sea porque tenemos elevado el “colesterol bueno”.
El problema viene cuando el colesterol está por encima de los valores recomendados, sobre todo el LDL, ya que éste se va depositando en los vasos sanguíneos, haciendo que cada vez sean más estrechos y formando lo que llamamos placas de ateroma. La hipercolesterolemia o exceso de colesterol en sangre es uno de los muchos factores de riesgo cardiovascular (FRCV), entre los que podemos encontrar también la obesidad, el tabaquismo, la diabetes, la hipertensión y el sedentarismo, entre otros.
Las patologías que se relacionan con el exceso de colesterol se caracterizan por ser muy graves, ya que pueden provocar secuelas muy importantes e incluso llevar a la muerte. Las enfermedades más importantes son las siguientes:
- Trombosis o taponamientos de los vasos sanguíneos, como son las trombosis de los miembros inferiores, el infarto agudo de miocardio (cuando el taponamiento se produce en un vaso del corazón) y los ictus cerebrales (cuando afecta a un vaso del cerebro).
- Tromboembolismos, que ocurren cuando una placa de ateroma se desprende de su localización, discurre por el torrente sanguíneo y tapona un vaso que se encuentra a distancia. En este grupo encontraríamos, por ejemplo, los tromboembolismos pulmonares y los tromboembolismos cerebrales.
Una de las preguntas que nos hacéis a menudo en el mostrador de la farmacia es qué podemos hacer para disminuir el LDL y aumentar el HDL. Y la respuesta es que podemos hacer bastantes cosas:
- El primer paso suele ser el que más nos cuesta, que es el cambio de hábitos y llevar una vida más saludable, como hacer ejercicio físico, cambiar el coche por el ir andando, comer menos productos procesados (ricos en azúcar, grasa y sal) y más alimentos frescos, beber alcohol con moderación y, por supuesto, dejar de fumar si somos fumadores. Tenemos que hacer hincapié en que hay que ser constantes y que hay que mantener estos hábitos para siempre.
- Si haciendo estos cambios no conseguimos disminuirlo, en la farmacia podemos aconsejaros complementos alimenticios que pueden ayudar a disminuirlo, como los elaborados a base de ácidos grasos omega 3, levadura roja de arroz o lecitina de soja por citar algunos ejemplos.
- Si aún así no conseguimos disminuirlo o tenemos más patología asociada o ya hemos sufrido un evento cardiovascular, será el médico el que decida cuál es el tratamiento más oportuno en cada caso.
Laura Quintana Tirado
Farmacéutica Titular
Ciudad Real